lunes, 9 de septiembre de 2013

El Palacio de la Casa Giménez: una joya arquitectónica en Matta con Baquedano

El bello edificio de los "Almacenes Giménez" en los buenos años de la tienda. Fotografía del Estudio de J. Quiroga. Fuente imagen: Flickr Santiago Nostálgico de Pedro Encina.
Coordenadas: 23°39'0.44"S 70°23'47.88"W
Justo en la esquina del actual paseo Manuel Antonio Matta con calle Baquedano, en pleno centro comercial de Antofagasta, se encuentra un cautivante y hermoso edificio que, estoy seguro, debe estar entre los más bellos e interesantes de todo Chile, además de ser un homenaje al eclecticismo y al refinamiento arquitectónico.
Se trata del denominado Palacio de la Casa Giménez, por alguna extraña razón aún no declarado Monumento Histórico Nacional a pesar de sobrarle méritos. Es un excelente caso de arquitectura arabesca de tipo mudéjar bajo influencia sevillana, y diría que con toques de neoclásico en sus columnas y de neogótico en sus vanos, surgido desde el tablero del arquitecto español José Espiau y Muñoz, y construido por su compatriota Jaime Pedreny Gassó, quien había instalado su oficina de arquitectura en Antofagasta.
La historia de este edificio comienza cuando el comerciante español residente en la ciudad chilena, don Ismael Giménez y Giménez, decide fundar una casa comercial después de haber disuelto la sociedad que mantuvo desde 1915 con su paisano Enrique Longueira, en los almacenes de telas "La Camelia" de calle Latorre, hasta que este último decidió retornar a la Península.
Giménez había conocido en España el estilo y talento del arquitecto Espiau, quien había ejecutado poco antes los planos del magnífico edificio de la casa "Ciudad de Londres", en la calle Cuna de Sevilla. Hombre observador, inquieto y de pequeño tamaño, quedó cautivado con la hermosa obra. Interesado en obtener este mismo aspecto para su nueva tienda, contactó a  Espiau comprándole los planos para traerlos a Antofagasta, durante el viaje que realizó a su patria natal con su esposa doña María del Valle, hacia 1918.
Hallándose ya de regreso, Giménez entregó estos planos a la oficinal del arquitecto Pedreny, mismo que ha dejando sus huellas en importantes otros trabajos locales como el Teatro Nacional, la Casa Abaroa, la sede del Banco Anglo Sudamericano y el Palacio de la Municipalidad que hoy ocupa la Casa de la Cultura.
Imagen de la Iconoteca de la Universidad de Antofagasta, con el edificio en construcción.
Vista del edificio hacia 1940, en imagen de J. Quiroga (Museo Histórico Nacional).
Adaptados los planos del edificio español "Ciudad de Londres", se ampliaron las dimensiones de las arquerías curvadas en la fachada y los torreones. Pedreny comenzó a construir en un sitio eriazo de la calle Matta (por entonces llamada Angamos) con Baquedano, que había sido adquirido por don Ismael para instalar sus grandes tiendas, parte de cuyos materiales de construcción también había comprado en su último viaje a España, como azulejos sevillanos, cemento sueco y vidrios europeos, a los que agregó acá maderas de calidad y fierros estructurales o de forja artística.
El inicio de las obras tiene lugar el 19 mayo de 1923, según comenta Juan Floreal Recabarren Rojas en sus "Episodios de la vida regional", y Giménez habría debido lidiar con muchos aguafiestas que intentaron persuadirlo de no seguir adelante con su empresa, pues se creía que un edificio comercial de tales características en una ciudad que no fuera Santiago o Valparaíso, iría directamente al fracaso. Justo se transitaba por la crisis salitrera iniciada en 1921, además, y fue todo un desafío para los encargados del proyecto el encontrar mano de obra calificada para esta clase de desafíos de construcción y decoración, allí en Antofagasta.
Tras un largo tiempo de trabajo y de gastos, la firma que pasaría a ser Ismael Giménez y Hno. (sociedad constituida con su hermano Benjamín Giménez) está lista para inaugurar el pomposo edificio, en cuyos bajos iba a colocar el almacén de tienda y zapatería; la sección confección de ropa iría en el segundo piso; la de sastrería, juguetería y artículos de niños, en el tercero; y en el cuarto se colocaría la sección de ventas al por mayor. En el nivel quinto estaría su propia residencia familiar.
Giménez alcanza a publicar en la prensa algunos anuncios, informando del inminente debut de su enorme tienda. Sin embargo, la tragedia lo golpea justo por esos días: con sólo un año y medio de vida, fallece su amada hijita María Giménez, devastando el ánimo de la familia y obligando a postergar el corte de cintas.
Sólo en diciembre de 1924, tras superar las penas profundas y recuperar sus energías, inaugura la tienda pero de manera muy quitada de bulla, aunque sí en medio de la expectación popular. El público corre a conocer sus telas de importación, tejidos, calzados, sombreros, sedas, cortinas y confecciones. Todos quedan fascinados con la imponente fachada del edificio, resaltando sus arcos arabescos angrelados, germinados y entrecruzados en las balaustras. Por muchos años más será una de las construcciones más características y famosas de la ciudad.
Comenzaba así la época de los "Almacenes Giménez", liquidando su vieja tienda de "La Camelia". La ciudad nunca antes había visto un centro comercial de estas características, equivaliendo en su tiempo a lo que ahora serían los grandes malls. Fue, además del primer edificio de estas dimensiones que se construyó en Antofagasta, también el primero con ascensor de todo el Norte de Chile, valiéndose de un elevador suizo "Schindler" para facilitar el desplazamiento por sus cuatro pisos de altura, con torreones y balcones que dan cuerpo al exterior del quinto nivel, en lo alto de los 28 metros de altura del inmueble. Cerca de un millón y medio de pesos desembolsó Giménez en su sueño, dinero que muchos todavía creían dilapidado en una fantasía que naufragaría con rapidez.
La familia, en tanto, disfrutaba de ese espacio cómodo y elegante, en ese quito piso con murales reproduciendo las obras de grandes pintores españoles que retrataron paisajes sevillanos: "La Giralda", "La Catedral de Sevilla" y "El Parque María Luisa de Sevilla". En el comedor quedaron "La Aduana" y "La Torre de Oro". Las obras son del gran pintor iquiqueño Sixto Rojas, el mismo autor de las grandes pinturas que decoran el Casino Español de Iquique y de las figuras religiosas de la Gruta de Lourdes en la misma ciudad.
Sin embargo, la grave crisis mundial luego de la Caída de la Bolsa de 1929 y el desplome de la industria salitrera, vinieron a darle la razón a los peores agoreros: las ventas de los "Almacenes Giménez" se derrumban y don Ismael se ve en la obligación de declararse en quiebra, consiguiendo un empleo en la Casa Importadora Alemana por 2 mil pesos mensuales, según informa Recabarren.
Luego de un año atrapado en estas dificultades, y con ayuda de su hijo Ismael, el activo empresario vuelve a abrir sus almacenes. "Tendrá que caerse toda la ciudad antes que se derrumbe mi casa", decía con optimismo y orgullo, a pesar de todas las vicisitudes. Su tienda ha causado cambios profundos en el paisaje urbano, además, y el barrio se ha vuelto eminentemente comercial ya hacia los años cuarenta.
Giménez regresa a su España querida en 1963, pasados los 80 años de edad, para atender ciertas dolencias de salud de su esposa, volviendo a Antofagasta un tiempo más tarde. Falleció en 1967, de un ataque cardiaco, siguiéndolo su viuda en el camino a la tumba poco tiempo después.
La sucesión familiar mantuvo la tienda, renombrada como los "Grandes Almacenes Giménez" y usando el slogan publicitario "El palacio de la economía". También se abrieron sucursales en calle Prat y en Baquedano esquina Latorre. Cuando cerró definitivamente, creo que hacia los años ochenta, se arrendó el edificio a distintas casas comerciales. Sus habitaciones de la residencia en los pisos superiores, en tanto, fueron quedando desocupadas, moradas sólo por recuerdos. Por fotografías particulares y de prensa confirmo que, hasta hace poco más de diez años años, se encontraba en las ex dependencias de la célebre casa "Almacenes Giménez" una tienda de la cadena "ABCDin". Actualmente, el mismo espacio es ocupado por la farmacia "Salcobrand".
El fastuoso Palacio Giménez, como es conocido, representa así un caso único de arquitectura de este tipo e influencia en el Norte Grande de Chile. Por el bien patrimonial y cultural de Antofagasta y mientras no exista algún instrumento de protección y conservación aplicado sobre el histórico inmueble, realmente esperaría que en realidad tenga que caer la ciudad completa antes que se derrumbe esta maravilla estética, como pregonaba don Ismael, enseñoreando la esquina de Matta con Baquedano desde hace 90 años.

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